La entrada de la semana pasada hablaba, que estos días en que finaliza el año, son buenos para hacer balance de cómo ha transcurrido. Al mismo tiempo, también es buena época para marcarse propósitos para el que empieza.
En realidad, propósitos deberíamos hacernos siempre. Y por siempre, me refiero a cualquier época del año. Realmente, si no nos proponemos las cosas, no es tan fácil que salgan.
Además, hacerse propósitos, requiere de tener un diálogo con nosotros mismos.
¿Recordáis aquel ejercicio de introspección, del que tanto hablo en consulta? Aquel ejercicio constante que propongo hacer siempre, a través del cual nos hablamos, nos pedimos a nosotros mismos y además, nos escuchamos…
Pues bien, hacernos propósitos, forma parte del pedirnos. Se trata, de analizar nuestra vida y nuestras circunstancias con una cierta distancia, para detectar en ella qué es lo que nos hace falta y así podérnoslo proporcionar.
¿Quienes mejor que nosotros mismos para detectar qué hace falta en nuestra vida?… ¿Qué le podemos proporcionar a esta, para estar mejor?… Incluso, ¿qué color, le podría quedar mejor?
Al fin y al cabo, nosotros somos los dueños de esta…
No obstante, si no supiésemos qué contestar a estas preguntas, siempre tenemos la opción de acudir a terapia. En ella, podemos aprender a tener este diálogo con nosotros mismos. Por tanto, podremos aprender a ser felices.
Los propósitos que yo me hago para este año que empiezan son varios:
Me propongo cuidar más a los míos. A aquellas personas que me quieren, me apoyan y también me cuidan.
Me propongo estar más presente en mi presente. No planificar demasiado, no centrar demasiado mi pensamiento en el pasado (al que ya no puedo volver) y disfrutar más de cada momento (incluso aunque sea malo). Al fin y al cabo, lo que sucede en mi vida, es aquello que me recuerda que estoy viva.
Y por último, me propongo cuidarme más a mí misma. En esto, me refiero tanto físicamente, como mentalmente. Hacer ejercicio físico, practicar meditación… Y sobre todo, buscarle una explicación convincente ( por lo menos para mí misma) a todo aquello que haga. Esto se refiere a buscar un porqué a las cosas y que si me toca algo que no quiera hacer (que me tocará) buscarle un porqué para tener la seguridad de que me traerá algo positivo. Si no, renunciaré a hacerlo.
Como veis, no me pido mucho (no me vaya a saturar…), pero en el fondo creo que me lo pido “todo”. Creo que con estas tres cosas, estaré cuidando, protegiendo y cultivando pilares fundamentales que me proporcionan y me seguirán proporcionando una mejor calidad de vida.
Y tú que me estás leyendo, ¿te animas a compartir cuáles son tus propósitos de nuevo año?